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viernes, 31 de marzo de 2017

miércoles, 15 de marzo de 2017

Carta a un hijo....

No prometo, hijo, impedir que tropieces, ni estar pegado a ti para asistirte en la caída. Te estorbaría mi excesiva protección, y te haría extremadamente dependiente. Pero prometo estar ahí, para cuidar tus raspones.

 No prometo, hijo, heredarte mi experiencia. No podría ser tuya. Tendrías que adquirirla en carne propia. Pero prometo estar disponible cuando solicites mi consejo.

 No prometo, hijo, solucionar tus problemas, aunque lo haría todo por ti. La solución suele estar en tus manos y no en las mías, pero prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras desahogarte.

 No prometo, hijo, evitarte sufrimientos, no puedo cegarte a la realidad, porque aveces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte, pero prometo ofrecerte mi hombro, cuando necesites consuelo.

 No prometo, hijo, darte todo lo que quieras. En todo caso es mejor que aprendas a dar los caprichos y las modas no son importantes pues se olvidan en cuanto se consiguen, pero prometo hacer el mayor esfuerzo para darte lo necesario.

 No prometo, hijo, que serás tú el centro de mi atención, necesito también atender otros asuntos por tu bienestar y el de toda la familia, pero prometo no descuidarte y dedicar un tiempo especial, solo para ti.

 No prometo, hijo, caerte bien en todo momento, a veces no te gustará lo que yo diga o haga, porque tengo la obligación de guiarte por el camino correcto. Pero prometo no maltratarte ni humillarte cuando te corrija.

No prometo, hijo, que serás un niño mimado, a la larga te haría mucho daño. Pero te prometo que serás mi niño querido.

 No prometo, hijo, estar a tu lado siempre, soy mortal como cualquier humano. Pero pero prometo enseñarte que si existe un Padre que si es eterno a quien podrás acudir siempre que quieras.

 No prometo, hijo, ser una madre perfecta
, pero prometo poner todo mi amor en el intento.

La pausa...la música...la vida...

En una pausa no hay música, pero la música se produce con ella.

 En la melodía de toda nuestra vida, la música se interrumpe aquí y allá por las pausas y pensamos tontamente que hemos llegado al fin de la melodía.

 ¿Cómo lee el músico la pausa?

 Mírale mover el compás con un cálculo invariable y pasar a la nota próxima con tal precisión y firmeza como si no hubiese habido interrupción alguna.

 Es nuestro deber aprender la melodía y no desmayar en las pausas. Ellas no tienen que ser pasadas ligeramente por alto, ni ser omitidas, ni para destruir la melodía ni cambiar la nota tónica.

 Si nos decimos con tristeza: No hay música en una pausa, no olvidemos que con ella se produce.
 El hacer música es un proceso lento y penoso en esta vida.

 Enfermedades, proyectos que se paralizan, interrupciones en nuestras tareas que nos hacen dudar si podremos continuar, ausencias que nos congelan, seres queridos que desean partir y que nos hacen sentir que la vida se quebró...

 Pausas... Muchas pausas y luego la melodía sigue. A veces no tan afinada, otras llena de fuerzas...

 Una canción que por momentos tiene estrofas del Himno a la Alegría y en otros de la Canción del Adiós...

 De pausa en pausa la música sigue y con el tiempo llega a convertirse en la mejor sinfonía. Notas que van y vienen y a veces salpican...

 Y en éso nuevamente una pausa interrumpe nuestra obra...

 Podemos decidir dejar de componer esta canción de la vida o podemos en esas pausas buscar los acordes mejores para seguir cantando, fuertes, sin que nos tiemble la voz, con ansias, aún cuando por momentos nuestra melodía pueda parecerse a un grito...

 Quizás algunas personas puedan componer su obra sin reparar demasiado en ella en cambio el mejor músico es el que logra encontrar en cada pausa la esencia que le permite componer un himno a la vida.

"Los niños aprenden lo que viven"

Si los niños son educados entre reproches, aprenden a condenar.
Si son educados con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.
 Si son tratados con lástima, aprenden a autocompadecerse.
Si son puestos en ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si viven en competencia, no aprenden a compartir.
Si son regañados por sus errores, aprenden a sentirse culpables.
Si viven carentes de estímulo, aprenden a no confiar en sí mismos.
Si no conocen el reconocimiento, no aprenden a valorar a los demás.
Si son educados sin aprobación, aprenden a buscar relaciones tóxicas.
Si viven entre mentiras, no aprenden el valor de la verdad.
Si son tratados sin amabilidad, nunca aprenden a respetar a los otros.
Si los niños crecen en un entorno de seguridad, aprenden a no temer al futuro.
Y si viven sus años más tempranos rodeados de amor sincero, aprenden que el mundo es un maravilloso lugar donde vivir.

 Dorothy Law Nolte.

"Amar ..."

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos. Es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa.  Es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tu desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.

Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina, "este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto...si tú quieres recibirlo".

Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando de si mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.

Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuanto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tu formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados obscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.

"Elegí la vida..."

No quise dormir sin sueños: y elegí la ilusión que me despierta, el horizonte que me espera, el proyecto que me llena, y no la vida vacía de quien no busca nada, de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.

 No quise vivir en la angustia: y elegí la paz y la esperanza, la luz, el llanto que desahoga, que libera, y no el que inspira lástima en vez de soluciones, la queja que denuncia, la que se grita, y no la que se murmura y no cambia nada.

 No quise vivir cansado: Y elegí el descanso del amigo y del abrazo, el camino sin prosas, compartido, y no parar nunca, no dormir nunca. Elegí avanzar despacio, durante más tiempo, y llegar más lejos, habiendo disfrutado del paisaje.

 No quise huir: y elegí mirar de frente, levantar la cabeza, y enfrentarme a los miedos y fantasmas porque no por darme la vuelta volarían.

 No pude olvidar mis fallos: pero elegí perdonarme, quererme, llevar con dignidad mis miserias y descubrir mis dones; y no vivir lamentándome por aquello que no pude cambiar, que me entristece, que me duele, por el daño que hice y el que me hicieron.
Elegí aceptar el pasado.

 No quise vivir solo: y elegí la alegría de descubrir a otro, de dar, de compartir, y no el resentimiento sucio que encadena.
 Elegí el amor.

 Y hubo mil cosas que no elegí, que me llegaron de pronto y me transformaron la vida. Cosas buenas y malas que no buscaba, caminos por los que me perdí, personas que vinieron y se fueron, una vida que no esperaba.
Y elegí, al menos, cómo vivirla.

 Elegí los sueños para decorarla, la esperanza para sostenerla, la valentía para afrontarla. No quise vivir muriendo: y elegí la vida. Así podré sonreír cuando llegue la muerte, aunque no la elija… …

Porque moriré viviendo.

"La esperanza..."

La esperanza no es fingir que no existen los problemas.

Es la confianza de saber que estos no son eternos, que las heridas curarán y las dificultades se superarán.

Es tener fe, es una fuente de fortaleza y renovación en nuestro interior, que nos guiará desde la oscuridad hacia la luz.

Cuando el amor de tu vida no te quiere, cuando la llamada que esperas nunca llega, cuando no consigues el trabajo que deseas, cuando no recibes la invitación que esperabas... el mensaje no es que no te lo mereces... el mensaje no es que no eres importante... el mensaje es que tu mereces algo mejor. Cada vez que sientas decepción por no recibir lo que deseas o esperas, no lo veas como rechazo o mala suerte... simplemente piensa que es una tremenda oportunidad a algo mucho mejor de lo que esperabas.

La vida esta está hecha de millones de momentos, vividos de mil maneras diferentes. Algunos buscamos amor, paz, armonía. Otros, sobrevivimos día a día. Pero no hay momentos más plenos que aquel en el cual descubrimos que la vida, con sus alegrías y sus penas, debe ser vivida día a día.


Más plenos que aquél en el esta es el conocimiento que nos otorga la verdad más maravillosa. Aunque vivamos en una mansión de cuarenta cuartos, rodeados de riqueza y siervos; o luchemos de mes en mes para pagar el alquiler, tenemos el poder de estas totalmente satisfecho y vivir una vida con verdadero significado.

Día a día tenemos ese poder, gozando cada momento y regocijándonos con cada sueño. Porque cada día es nuevo flamante, y podemos empezar de nuevo y realizar todos nuestros sueños Cada día es nuevo, y si lo vivamos plenamente, podremos realmente gozar de la vida y vivirla en plenitud...

Mi hija